En el transcurso de este año, la entidad de Puebla ha sido sacudida por una serie de eventos perturbadores que han conmocionado a la comunidad. El Observatorio Social de Violencia Social y de Género de la Ibero ha reportado cuatro feminicidios en distintas regiones de esta zona mexicana. Estos sucesos ponen en evidencia un problema grave que requiere atención inmediata y acciones concretas para prevenir hechos similares en el futuro.
El primer incidente tuvo lugar en Venustiano Carranza, donde se encontró el cuerpo sin vida de una mujer de 31 años bajo un árbol. Este trágico hallazgo ocurrió durante los primeros días del año. No mucho después, en Cuautlancingo, una niña de apenas 10 años desapareció misteriosamente. Tres días más tarde, las autoridades localizaron su cuerpo en condiciones atroces dentro del mismo edificio donde residía. Por si fuera poco, el día 5 de enero, en Tlacuilotepec, se descubrió el cadáver de una mujer alrededor de los 30 años. Finalmente, en las orillas del río Atoyac, en Puebla, se topó con el cuerpo semidesnudo y en avanzado estado de descomposición de otra víctima femenina.
Como periodista, estos informes me llenan de preocupación y urgencia. Es imperativo que sociedad y autoridades trabajen juntas para abordar esta crisis. La violencia contra las mujeres no es solo un problema legal, sino también social y cultural. Necesitamos cambios estructurales que promuevan la igualdad y la protección de todos los derechos humanos. Cada vida perdida es un recordatorio de la importancia de actuar ahora para evitar más tragedias.