Este relato evoca las emociones vividas durante tres décadas de participación en el Carnaval. La narradora describe su primera experiencia en Anhembi, donde quedó maravillada por la magnificencia del evento. A lo largo de los años, ha enfrentado desafíos y superado obstáculos, permitiendo que el samba se convirtiera en una extensión de su ser. Este viaje personal refleja cómo la música y la festividad se han convertido en parte integral de su identidad.

El Encuentro con la Grandeza

La narradora comparte su primera inmersión en el mundo del Carnaval hace treinta años, cuando pisó el suelo de Anhembi con un corazón palpitante. Aquel primer encuentro fue transformador, dejándola fascinada por la escala y energía del evento. Desde ese momento, cada instante se volvió intenso, entregándose completamente a la celebración que se convirtió en su pasión.

Cuando puso un pie en el icónico recinto por primera vez, quedó abrumada por la grandiosidad del espectáculo. Las luces brillantes, los ritmos contagiosos y la atmósfera vibrante la transportaron a otro mundo. Esa primera experiencia marcó el inicio de un viaje apasionante, donde cada detalle del Carnaval se grabó profundamente en su memoria. Con el tiempo, aprendió que cada nota musical y cada movimiento de baile contaba una historia única, conectándola aún más con la esencia misma del festival.

Una Transformación Permanente

A lo largo de estos años, la narradora ha enfrentado numerosos desafíos, pero siempre encontró la fuerza para reinventarse. El samba no solo se convirtió en su música favorita, sino en una expresión de su propia evolución personal. Cada golpe de tambor representaba un nuevo comienzo, una oportunidad para crecer y adaptarse.

Los desafíos surgieron en diferentes formas: desde momentos de duda hasta situaciones inesperadas. Sin embargo, cada obstáculo se convirtió en una lección valiosa. Aprendió que, al igual que el samba, la vida requiere flexibilidad y capacidad de adaptación. Cada batida del tambor simbolizaba una nueva etapa, recordándole que incluso en los momentos difíciles, siempre había lugar para la creatividad y la expresión artística. Esta relación íntima con el Carnaval la llevó a descubrir facetas desconocidas de sí misma, permitiéndole florecer como persona y artista.