En la extensa historia de la Fórmula 1, existen relatos extraordinarios que destacan por su peculiaridad. Uno de ellos es el de Taki Inoue, un piloto japonés cuya fama no se debió a su velocidad ni sus triunfos, sino a dos incidentes inusuales en los que fue atropellado por el Safety Car. Este conductor, quien llegó al Gran Circo tras destacarse en competencias regionales como la Fórmula Ford Británica y la Fórmula 3 japonesa, compitió en 18 carreras dentro de la máxima categoría del automovilismo mundial entre 1994 y 1995. Su trayectoria incluyó momentos complicados como el fatídico fin de semana del GP de San Marino de 1994, cuando formó parte del equipo Simtek tras la trágica muerte de Roland Ratzenberger. Aunque tuvo algunos abandonos notables y logró terminar una carrera en noveno lugar, sus encuentros con el coche de seguridad lo convirtieron en una figura icónica de las anécdotas de la F1.
En medio de la intensa temporada de 1995, el circuito urbano de Mónaco presenció uno de los episodios más insólitos protagonizados por Taki Inoue. Durante la clasificación, el vehículo del piloto sufrió un trompo que obligó a intervenir una grúa para retirarlo de pista. En ese contexto, el coche de seguridad (un Renault Clío) perdió el control mientras acudía al rescate, impactando tanto a la grúa como al propio Inoue, dejándolo inconsciente temporalmente. Afortunadamente, no hubo consecuencias graves.
Otro accidente memorable ocurrió semanas después en Hungría, el 13 de agosto de 1995. En esta ocasión, el monoplaza de Inoue experimentó un incendio durante la vuelta 13, lo que obligó al piloto a detenerse rápidamente y buscar un extintor. Justo en ese momento, el coche de seguridad apareció y, en lugar de auxiliarlo, lo impactó nuevamente, causándole fracturas en la pierna izquierda. Estos dos eventos únicos llevaron a Inoue a autoproclamarse "el peor piloto de la historia de la F1", aunque siempre mantuvo una actitud filosófica frente a sus experiencias.
A pesar de estos contratiempos, Inoue completó algunas pruebas importantes, como su undécima posición en Canadá, antes de despedirse definitivamente de la Fórmula 1.
Desde una perspectiva periodística, el caso de Taki Inoue refleja cómo incluso en los momentos más imprevistos, el deporte puede ofrecer historias memorables. Sus incidentes con el coche de seguridad, aunque lamentables, han pasado a la posteridad como ejemplos de la fragilidad inherente a este deporte extremo. Más allá de su breve paso por la F1, Inoue demostró resiliencia y humor ante situaciones adversas, dejando una huella única en la historia de la competición automovilística.