La experta en salud pública y química analítica, Claudia Vega, destaca la necesidad imperiosa de una gestión minera basada en evidencia científica. En su intervención durante una entrevista reciente, Vega enfatizó que la falta de información detallada sobre los procesos mineros y sus efectos puede llevar a decisiones mal fundamentadas. La especialista del Centro de Innovación Científica Amazónica de Perú argumenta que es crucial contar con indicadores precisos antes de iniciar cualquier actividad minera. Estos indicadores deben incluir tanto aspectos ambientales como de salud pública para prevenir posibles daños. Además, aborda el uso de sustancias tóxicas como el mercurio y el cianuro, destacando sus peligros para la biodiversidad y los recursos hídricos.
En un contexto donde la minería se presenta como una opción económica, Vega sostiene que la toma de decisiones debe estar respaldada por datos objetivos. Según ella, es fundamental establecer una base de referencia clara antes de emprender actividades extractivas. Esto implica evaluar las condiciones actuales del entorno y la salud de la población local. Sin esta información previa, es imposible determinar los riesgos reales que conlleva la explotación minera. Vega también resalta la importancia de implementar mecanismos de control y fiscalización para garantizar que las operaciones mineras se realicen de manera responsable y segura.
Uno de los principales problemas asociados con la minería es la pérdida de biodiversidad, conocida como "defaunación". Este fenómeno ocurre cuando especies animales desaparecen debido a la alteración de sus hábitats naturales. Vega explica que tanto el mercurio como el cianuro, utilizados en la extracción de metales preciosos, pueden causar graves daños al ecosistema si no se manejan adecuadamente. El mercurio, en particular, no se degrada en el medio ambiente y puede acumularse en la cadena alimentaria, afectando tanto a la fauna como a la flora. Por otro lado, aunque el cianuro es más susceptible a la degradación, sigue siendo altamente tóxico y requiere controles estrictos para minimizar sus impactos.
En países como El Salvador, donde ya existe escasez de agua, el impacto de la minería en los recursos hídricos es especialmente preocupante. Ricardo Navarro, presidente del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA), advierte que la extracción de oro podría requerir cantidades masivas de agua, comprometiendo el suministro vital para la población y otros sectores económicos. Además, Vega menciona que la minería artesanal en regiones como Madre de Dios, en Perú, ha demostrado ser particularmente perjudicial para la biodiversidad local, contaminando ríos y afectando la salud humana.
Finalmente, Vega subraya la relevancia del Convenio de Minamata, un acuerdo internacional que busca reducir el uso de mercurio para proteger la salud humana y el medio ambiente. Firmado por 128 países, este convenio obliga a los estados miembros a tomar medidas concretas contra la contaminación por mercurio. En vista de estos desafíos, Vega concluye que es necesario priorizar la protección de los ecosistemas y la vida misma frente a intereses económicos a corto plazo. La minería puede ofrecer beneficios económicos, pero no podemos ignorar sus costos sociales y ambientales a largo plazo.