La artista compartió una experiencia personal significativa que marcó su juventud. Durante sus años adolescentes, enfrentó situaciones desafiantes que la llevaron a tomar decisiones inesperadas. En un entorno hostil donde se sintió acosada por compañeras de escuela, encontró en el arte corporal una forma de expresar su individualidad y rebeldía. A pesar de las dificultades económicas, decidió ahorrar para realizar un diseño que simbolizaba su lucha interna y externa.

Este momento crucial en su vida tuvo lugar cuando tenía catorce años, un período en el que buscaba formas de afirmarse a sí misma frente a los desafíos. Inicialmente, deseaba un diseño extenso que abarcara desde su espalda hasta una zona más baja del cuerpo, pero las limitaciones financieras la llevaron a optar por otra opción. La tinta permanente se convirtió en un recordatorio físico de su valentía y resiliencia ante las adversidades.

Esta historia nos recuerda que cada persona tiene derecho a expresarse libremente y que las experiencias difíciles pueden convertirse en oportunidades para crecer y aprender. La valentía mostrada durante momentos de vulnerabilidad puede ser un catalizador para descubrir nuevas facetas de nuestra identidad. Este acto de autenticidad no solo define quiénes somos, sino también cómo enfrentamos los desafíos de la vida con coraje y determinación.