La madre expresa su preocupación por los métodos de educación que promueven rivalidades innecesarias entre niños. Destaca la importancia de enseñar a sus hijos mediante un diálogo respetuoso y armónico, evitando técnicas que puedan crear conflictos o competencias negativas. Subraya que su objetivo es fomentar una convivencia pacífica y constructiva entre los pequeños, asegurando que comprendan y apliquen valores positivos en su interacción diaria.
La progenitora enfatiza que las dinámicas grupales entre los más pequeños deben basarse en el respeto mutuo y la comprensión. Explica que uno de los niños con quienes su hija interactúa tiene casi cinco años y ya muestra signos de comprensión sobre lo que se le enseña. Cree firmemente que inculcar valores positivos desde temprana edad es crucial para su desarrollo emocional y social.
Cree que si se introduce a los niños en situaciones donde se les pide que se enfrenten entre sí, esto podría normalizarse y perjudicar su capacidad para resolver conflictos de manera constructiva. Su enfoque está en cultivar habilidades de comunicación efectiva y empatía hacia los demás, lo cual considera fundamental para una convivencia armoniosa. La madre destaca que su hija Cecilia entiende y replica lo que aprende, lo que demuestra la eficacia de este método educativo respetuoso.
Para esta madre, la educación no debe ser un medio para crear divisiones o competencias entre los niños. Prefiere abordar cualquier desacuerdo o comportamiento inapropiado a través del diálogo abierto y respetuoso. Cree que castigar físicamente o verbalmente a un niño puede tener efectos negativos a largo plazo en su desarrollo emocional.
Asegura que cuando Cecilia comete un error, prefiere hablar con ella y explicarle por qué esa acción no es apropiada, en lugar de recurrir a reprimendas o castigos. Este enfoque le permite a la niña entender las consecuencias de sus acciones de una manera que no dañe su autoestima. La madre subraya que su objetivo es preparar a su hija para enfrentar los desafíos de la vida con confianza y respeto hacia los demás, sin caer en conductas competitivas o agresivas. Además, reconoce que nadie es perfecto y que siempre hay espacio para mejorar como padre o madre.