La joven compartió su experiencia sobre cómo enfrentó el duelo. Durante sus primeros años de adolescencia, experimentó una pérdida significativa que marcó su vida. A una edad temprana, se vio enfrentada a una situación emocionalmente desafiante que no pudo procesar completamente en ese momento. Esta etapa inicial fue confusa y llena de incertidumbre, ya que aún estaba en pleno desarrollo personal y emocional.

A medida que crecía, los sentimientos de tristeza resurgían en diferentes momentos de su vida. Conforme avanzaba hacia la madurez, encontró que las emociones reprimidas volvían a surgir, especialmente durante fases importantes de su desarrollo. Recordó comportamientos propios de alguien que buscaba conexión con un ser querido perdido, como llamar repetidamente al teléfono del difunto solo para escuchar su voz grabada en el buzón de voz.

Este testimonio refleja la importancia de permitirnos vivir el proceso de duelo en su totalidad. Cada individuo tiene su propio ritmo para sanar y es crucial reconocer que está bien tomar el tiempo necesario para procesar la pérdida. Compartir nuestras experiencias puede ayudarnos a encontrar consuelo y fortaleza en momentos difíciles, recordándonos que no estamos solos en nuestro camino hacia la recuperación.