Por ejemplo, muchas personas comparten información sin verificar su veracidad, lo que puede llevar a que se diseminen rumores y mentiras. Esto no solo puede dañar la reputación de las personas o las empresas, sino que también puede tener consecuencias serias en la sociedad.
Además, la búsqueda del máximo beneficio empresarial ha propiciado que se disminuyan los controles sobre la difusión de información en las redes sociales. Esto ha permitido que proliferen usuarios que mienten, insultan y generan odio, lo que ha empeorado la situación.
Para evitar esto, es necesario reclamar más responsabilidad a las corporaciones que gestionan las redes sociales. También es importante promover redes sociales públicas, que faciliten un uso responsable de la comunicación. Esto podría incluir la creación de redes nacionales o internacionales auspiciadas por la ONU o la Unión Europea.
Por ejemplo, las webs públicas que se utilizan para comunicarse con la Administración, la policía o los tribunales son un buen ejemplo de cómo se puede utilizar la tecnología para promover la transparencia y la responsabilidad. Las redes sociales públicas podrían tener un impacto similar en la sociedad.
Esta medida puede ser útil para aclarar que ciertas afirmaciones hechas en cuentas de gran difusión no son ciertas. Sin embargo, quizá no sea lo suficientemente efectiva para atajar el problema de la desinformación o la utilización abusiva de estos canales de gran difusión.
Además, es importante garantizar el derecho de expresión y no coartarlo con sanciones civiles o penales. Sin embargo, también es necesario ser prudentes y cautos en la aplicación de esta norma, para no comprometer el derecho fundamental a la libertad de expresión.