En esta historia, se narra el inicio de una carrera artística poco convencional. Priscila, una joven residente de Jundiaí, obtuvo el título de Reina del Carnaval local y llamó la atención del famoso productor Osvaldo Sargentelli. A pesar de su corta edad, logró participar en un proceso selectivo riguroso para formar parte de los espectáculos del reconocido productor. Con la supervisión de un familiar mayor, comenzó una nueva etapa en su vida que duraría tres años hasta el fallecimiento del productor en 2002.

Cuando Priscila fue coronada como la representante del carnaval de su ciudad natal, una oportunidad inesperada llegó a su vida. El destacado director artístico Osvaldo Sargentelli estaba buscando talentos en São Paulo. Este evento cambió el curso de la vida de la entonces adolescente, quien apenas había cumplido 17 años. La juventud no fue un obstáculo, ya que las autoridades locales le permitieron presentarse al casting siempre y cuando contara con la compañía de un tutor durante las actuaciones.

El proceso de selección era intenso y competitivo. Entre las cuarenta aspirantes, solo diez fueron elegidas para unirse al elenco de Sargentelli. Para Priscila, este fue el comienzo de una aventura profesional única. Como condición para participar en los espectáculos, su tía asumió el papel de responsable legal, acompañándola en cada presentación. Durante este período, la joven tuvo la oportunidad de aprender y crecer en el mundo del entretenimiento.

La colaboración entre Priscila y Sargentelli continuó durante tres años, un tiempo que marcó profundamente a la joven artista. Esta experiencia no solo influyó en su desarrollo personal y profesional, sino que también dejó un legado memorable. Lamentablemente, el viaje terminó abruptamente con el fallecimiento del productor en 2002, poniendo fin a un capítulo importante en la vida de Priscila. Sin embargo, estas experiencias tempranas moldearon su futuro en el mundo del espectáculo.