La importancia de estar preparados frente a los movimientos telúricos es crucial en un territorio tan sísmicamente activo como México. El reciente temblor de 4.2 grados en la escala de Richter, registrado el 20 de enero en Coalcomán, Michoacán, ha recordado a la población sobre la necesidad de mantenerse alerta. Este sismo, que ocurrió a 45 kilómetros al suroeste de la ciudad y con una profundidad de 50.8 kilómetros, subraya la relevancia de seguir las recomendaciones oficiales para prevenir posibles daños.

Ante cualquier actividad sísmica significativa, las autoridades enfatizan la importancia de obtener información solo de fuentes confiables y evitar la propagación de rumores o noticias falsas. Es vital revisar las estructuras habitacionales en busca de posibles daños después de un terremoto y utilizar dispositivos móviles únicamente en casos de emergencia. Además, se deben tomar precauciones especiales como no encender fuego hasta asegurarse de que no hay fugas de gas y mantenerse atento a las réplicas que pueden ocurrir posteriormente.

México tiene una historia de eventos sísmicos notables que han dejado huellas indelebles en la memoria colectiva. Desde el devastador terremoto de 1787 en Oaxaca, que registró una magnitud de 8.6 y provocó un tsunami, hasta los terremotos de 1985 y 2017, que afectaron gravemente a la Ciudad de México. Estos episodios han demostrado la resiliencia del pueblo mexicano y la capacidad de reconstruir y fortalecer sus comunidades. La preparación continua y la educación sobre seguridad sísmica son fundamentales para garantizar la protección y bienestar de todos los habitantes del país.