La edición 47ª del Rally Dakar ha comenzado con un sinfín de desafíos para los participantes. Aunque la categoría de motos parece haber evitado algunos de los problemas que han afectado a los vehículos, también enfrenta sus propias complicaciones. La principal dificultad ha surgido debido a la implementación de una nueva tecnología: tablets digitales para reemplazar los roadbooks tradicionales de papel. Esta innovación ha generado controversia y malestar entre los competidores, especialmente cuando se trata de la compensación por tiempo perdido.
En las vastas extensiones de arena dorada, donde la velocidad y la precisión son cruciales, la organización del Dakar decidió dar un paso audaz hacia la modernización. En lugar de los antiguos mapas impresas, ahora los pilotos deben navegar usando dispositivos electrónicos. Sin embargo, esta transición no ha sido tan suave como se esperaba. Durante la tercera etapa, Daniel Sanders, quien lideraba la carrera hasta ese momento, perdió su tablet cerca del kilómetro 130. Obligado a seguir a sus rivales sin guía alguna, perdió más de 14 minutos respecto al ganador de la etapa, Lorenzo Santolino.
El equipo de Sanders reclamó una compensación de tiempo, y tras deliberaciones, se le otorgaron cinco minutos. Sin embargo, esta decisión enfureció a otros competidores, particularmente a Nacho Cornejo, quien también experimentó problemas similares en etapas anteriores pero no recibió ninguna compensación. El piloto chileno expresó su frustración en redes sociales, cuestionando la equidad de la dirección de carrera.
Otros equipos, como Honda y Hero, también intentaron obtener compensaciones por tiempos perdidos, pero sus esfuerzos fueron en vano. Las quejas crecientes pusieron bajo escrutinio la consistencia y justicia de las decisiones de la organización del Dakar.
Desde una perspectiva periodística, este incidente destaca la importancia de adaptarse a nuevas tecnologías mientras se mantiene la integridad competitiva. La introducción de tablets digitales podría mejorar la eficiencia, pero también evidencia la necesidad de protocolos claros y consistentes para manejar imprevistos. Los organizadores deberán reflexionar sobre cómo garantizar un trato justo para todos los participantes en futuras ediciones.