El evento conmemorativo del 75º aniversario de la Fórmula 1, celebrado en el O2 de Londres, fue un espectáculo que combinó luces, colores y emoción. Sin embargo, entre tanto brillo, hubo momentos que dejaron un sabor amargo para algunos participantes. El público británico, conocido por su pasión desbordante, expresó sus sentimientos de manera contundente hacia ciertos competidores. A pesar de ser inglés, Christian Horner, jefe del equipo Red Bull, junto con el campeón Max Verstappen, fueron objeto de abucheos significativos. Este comportamiento del público no solo sorprendió a los presentes sino que también generó reacciones adversas, especialmente en quienes representan al equipo.

La respuesta de Jos Verstappen, padre del piloto holandés, fue tajante. Expresó su descontento ante lo ocurrido, argumentando que asistir a este tipo de eventos es para promocionar el deporte, no para ser objeto de burla. Para él, ver cómo su hijo y Horner eran abucheados mientras intentaban promover la Fórmula 1 era inaceptable. La situación llegó a tal punto que Jos declaró que si se repite el evento en Inglaterra el próximo año, Max no estará presente. "No tiene ganas de ser abucheado así delante de 25.000 personas", aseguró Jos, mostrando su preocupación y decepción.

Este incidente plantea preguntas importantes sobre el respeto mutuo en el mundo del automovilismo. Es fundamental recordar que, más allá de las rivalidades, todos contribuyen al éxito del deporte. Los aficionados tienen el derecho de apoyar a sus equipos favoritos, pero también deben entender que cada competidor merece ser tratado con dignidad. En este sentido, la comunidad de la Fórmula 1 debe reflexionar sobre cómo fomentar una atmósfera más positiva y constructiva en sus eventos, promoviendo así un espíritu deportivo verdaderamente inclusivo.