El dorsal número uno es un honor que, paradójicamente, aterra a muchos pilotos. Este símbolo de victoria ha sido evitado por grandes campeones debido a una mezcla de superstición y presión adicional. A lo largo de la historia del Mundial de MotoGP, varios pilotos han preferido mantener sus números habituales, como Valentino Rossi con su emblemático 46 y Marc Márquez con el 93. Estas decisiones no solo reflejan una cuestión de fortuna personal sino también la creencia en que cambiar algo exitoso podría alterar el rumbo de la suerte.

La maldición del número uno se ha extendido durante décadas, marcando un hito desde 1999 hasta la llegada de Pecco Bagnaia. Durante este período, aquellos que optaron por llevar el dorsal del campeón no pudieron repetir su éxito al año siguiente. Ejemplos notables incluyen a Álex Crivillé, Kenny Roberts Jr., Nicky Hayden y Casey Stoner, quienes experimentaron declives significativos después de adoptar el número uno. Sin embargo, esta tendencia cambió drásticamente en 2023 cuando Bagnaia rompió la maldición, revalidando su título con el dorsal del campeón en su Ducati. Este logro puso fin a más de dos décadas de supersticiones y abrió nuevas perspectivas para los futuros campeones.

Con la maldición rota, Jorge Martín asume ahora el desafío de continuar con este legado. Como el actual campeón de MotoGP, el español ha decidido llevar el número uno en su Aprilia, enfrentándose a la presión de superar las expectativas. Su decisión marca un nuevo capítulo en la historia del deporte, donde la tradición y la innovación se entrelazan. El futuro de este dorsal está abierto a nuevas posibilidades, inspirando a otros pilotos a desafiar sus propias supersticiones y perseguir el verdadero espíritu del campeonato: la excelencia y la constancia.