La Cuarta Transformación en México enfrenta su mayor desafío con la asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Las políticas anunciadas por el republicano amenazan directamente los intereses mexicanos, especialmente en temas migratorios y comerciales. La respuesta del gobierno mexicano ha sido más reactiva que proactiva, lo que genera dudas sobre su capacidad para defender eficazmente sus intereses.
Desde su campaña, Trump ha prometido medidas drásticas contra la inmigración irregular y ha amenazado con imponer aranceles a productos mexicanos. Estas acciones podrían afectar significativamente las relaciones económicas bilaterales. El gobierno mexicano, aunque ha expresado su independencia, parece no estar preparado para una confrontación directa.
Trump ha señalado claramente su intención de tomar medidas contundentes, incluyendo la deportación masiva de inmigrantes irregulares y la renegociación del tratado de libre comercio. Estas políticas tienen el potencial de causar un impacto económico severo en México. Los nombramientos realizados por Trump sugieren una postura agresiva hacia México, lo que pone a prueba la capacidad del gobierno mexicano para responder adecuadamente. A pesar de las declaraciones oficiales que reafirman la soberanía nacional, la falta de una estrategia clara hace temer lo peor.
La administración mexicana ha adoptado una actitud principalmente reactiva ante las amenazas de Trump. Funcionarios clave parecen más preocupados por minimizar el impacto interno de las medidas estadounidenses que por desarrollar una estrategia efectiva. Esto ha llevado a una percepción de debilidad y falta de preparación.
Omar García Harfuch ha intentado mostrar logros en seguridad, pero estos son cuestionados por su falta de credibilidad. Juan Ramón de la Fuente, encargado de los asuntos consulares, carece de la fuerza necesaria para defender a los migrantes mexicanos. Marcelo Ebrard, mientras tanto, parece distante y afectado por su experiencia previa con Trump. En contraste, Altagracia Gómez se destaca por su enfoque pragmático, buscando alinearse con la nueva administración estadounidense. Además, el Instituto Nacional de Migración sigue bajo el control de Francisco Garduño, cuya gestión ha sido criticada por ser represiva y funcional a los intereses estadounidenses. La eficacia de la respuesta mexicana dependerá en gran medida de cómo se adapte a estas nuevas circunstancias.