Según el estudio, la mayoría de los creadores digitales tienen menos de 35 años y cuentan con entre un millar y diez mil seguidores en redes. Esto los clasifica como 'nano-influencers', que representan el 68 % del sector. Sin embargo, la gran mayoría (el 62 %) de ellos admiten no verificar la exactitud de la información antes de compartirla con sus audiencias, a pesar de su importancia creciente como fuente de análisis y actualidad.
Además, se ha observado que la mayoría de estos creadores no pertenecen a asociaciones profesionales y carecen de orientación. Esto pone en riesgo la calidad y la veracidad de la información que comparten con sus seguidores.
Al analizar los factores que usan los 'influencers' para medir la credibilidad de los mensajes, se ha encontrado que el 41,6 % se fía del contenido en función del número de 'me gusta' o de reproducciones. Un tercio (33,5 %) cuelgan sin verificación extra los mensajes de fuentes o creadores en los que confían.
La reputación en la materia del que lo publica es el tercer factor más mencionado (19,4 %), mientras que la documentación y pruebas usadas para apoyar la información ocupan solo el cuarto lugar (17%). Esto demuestra que hay una falta de atención por parte de los 'influencers' en la verificación de la información.
Los motivos de los 'influencers' son variados. Compartir su conocimiento con otros es la principal razón de su actividad (26 %), seguida de ganar dinero (23,8 %), entretener (23,4 %) o expresar sus opiniones y emociones (13,8 %). Sin embargo, esto no les impide afrontar retos importantes, como la presencia de discursos de odio y dilemas éticos en su actividad.
El 32 % de los encuestados han declarado haber sido víctimas de discursos de odio, lo que pone de manifiesto la necesidad de una mayor sensibilización en materia ética.
La ignorancia de las regulaciones sobre el derecho a la información y la libertad de expresión es otro problema. La mayoría de los creadores digitales (59%) no conocían o sólo habían oído hablar de los marcos normativos y las normas internacionales relativas a la comunicación digital.
Además, tienen que hacer frente a dilemas éticos en temas como los derechos de autor, el contenido patrocinado o el abuso del sensacionalismo. Ya que su actividad profesional depende de los algoritmos de las plataformas, es esencial que tengan una mayor conciencia ética.
En resumen, el estudio destaca la necesidad de formación y apoyo a los creadores de contenidos digitales. La Unesco ha lanzado el primer curso mundial para formar a estos nuevos comunicadores, y ya hay 9.000 personas apuntadas. Esto es una medida importante para mejorar la calidad y la veracidad de la información en la era digital.