En un viaje emocional a través del tiempo, los habitantes de la Quebrada están revitalizando sus raíces culturales durante las celebraciones navideñas. Esta temporada, los niños y niñas experimentan el amor y la fe a través de actos sinceros de adoración, que se han convertido en una expresión vital de su identidad colectiva. Los gestos de afecto hacia el Niño Dios no solo cambian vidas individuales, sino que también fortalecen los vínculos comunitarios.
En este otoño dorado, los poblados de Volcán, Tumbaya, Purmamarca y Tilcara se llenan de magia con la llegada de las estaciones del tren solar. Bajo la atenta supervisión de Analía Ruíz, secretaria de Gestión de la Gobernación, estas comunidades honran sus ancestros y tradiciones. Siguiendo las indicaciones del gobernador Carlos Sadir, diversas actividades navideñas han sido organizadas para preservar y compartir el patrimonio cultural.
Los pesebres cobran vida en cada rincón: desde la representación de la Virgen del Valle en Volcán hasta la Capilla Nuestra Señora de la Merced en Tilcara. Cada escena narra una historia única, conectando al público con siglos de fe y sabiduría popular. Estas celebraciones son más que simples eventos; son un puente entre pasado y presente, manteniendo viva la llama de la cultura local.
Desde esta perspectiva, observamos cómo la devoción y la herencia cultural pueden entrelazarse de manera armoniosa. Este tipo de iniciativas nos recuerda la importancia de conservar nuestras raíces mientras avanzamos hacia el futuro. Al transmitir estos valores a las nuevas generaciones, garantizamos que la esencia de nuestra comunidad perdure en el tiempo.