Varios gobiernos latinoamericanos han expresado su desacuerdo con la asunción del cargo de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, argumentando que esta acción va en contra de la voluntad popular. La presidenta peruana, Dina Boluarte, calificó el evento como una toma ilegítima del poder y afirmó que el verdadero ganador de las elecciones fue Edmundo González Urrutia. Este rechazo se extiende a otros países como Paraguay, Ecuador, Chile y Uruguay, quienes también han emitido declaraciones condenando la situación. Además, Gustavo Petro, presidente de Colombia, ha abogado por un diálogo amplio para resolver la crisis política en Venezuela.

La controversia comenzó cuando Maduro asumió oficialmente la presidencia en Caracas, tras lo que varios líderes regionales manifestaron su oposición. En Perú, la mandataria enfatizó que su gobierno no reconocerá a Maduro como jefe de Estado debido a lo que considera una usurpación fraudulenta del poder. Boluarte subrayó que la única fuente legítima de autoridad es la voluntad del pueblo y respaldó los esfuerzos por restablecer la democracia en el país sudamericano.

Otras naciones compartieron posturas similares. Desde Asunción, el gobierno paraguayo expresó su apoyo al líder opositor electo y criticó las acciones de Maduro. Aseguró que estarán junto al pueblo venezolano en su lucha por recuperar la libertad y la democracia. Ecuador, por su parte, denunció la falta de respeto hacia la decisión del electorado venezolano y advirtió sobre las consecuencias negativas que esto podría tener para el futuro del país.

Chile también se sumó a las voces críticas, destacando la ausencia de legitimidad democrática en la investidura de Maduro. El ministerio de Relaciones Exteriores chileno recordó que las elecciones celebradas en julio carecieron de transparencia y llamó a poner fin a la represión política en territorio venezolano. Mientras tanto, Uruguay reiteró su compromiso con la democracia y urgió a que se evite cualquier validación del régimen autoritario establecido en Caracas.

Finalmente, el contexto internacional influye significativamente en la percepción de estos eventos. El presidente colombiano sugirió que las elecciones no fueron libres debido a un bloqueo económico que ejercía presión sobre el proceso electoral. Propuso entonces un enfoque basado en el diálogo para encontrar soluciones pacíficas a la crisis política actual en Venezuela. A nivel multilateral, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, lamentó que el régimen bolivariano continuara gobernando sin reconocimiento democrático y destacó la persistencia de violaciones graves de derechos humanos en el país.

En contraste con estas críticas, Maduro prometió iniciar un nuevo período de paz y prosperidad durante su ceremonia de juramento. Sin embargo, sus palabras no lograron disipar las preocupaciones de la comunidad internacional ni de los ciudadanos venezolanos que esperaban un cambio genuino en la dirección del país.