Un estudio reciente realizado por científicos del California Institute of Technology (Caltech) revela que la capacidad de procesamiento de información de nuestro cerebro es significativamente inferior a la velocidad con la que nuestros sentidos capturan datos. Este hallazgo sugiere que nuestra cognición opera a una velocidad de apenas 10 bits por segundo, un ritmo extremadamente lento comparado con los sistemas artificiales modernos y incluso con nuestras propias capacidades sensoriales. Los investigadores exploran las implicaciones de esta lentitud en el contexto del avance tecnológico y plantean preocupaciones sobre cómo nuestras habilidades cognitivas podrían limitar nuestro futuro.
Los expertos han descubierto que mientras nuestros sentidos pueden recibir información a velocidades asombrosas, nuestra conciencia solo puede procesar una fracción mínima de estos datos. Esta diferencia abrumadora entre lo que percibimos y lo que realmente comprendemos nos lleva a cuestionar cómo evolucionó nuestro cerebro para adaptarse a este entorno. La investigación indica que la velocidad de procesamiento consciente es tan baja que podría ser un obstáculo significativo en el desarrollo de tecnologías avanzadas.
Según los resultados del estudio, cada instante solo extraemos una pequeña parte de la información que nuestros sentidos capitan, utilizando esos pocos datos para interpretar el mundo y tomar decisiones. Por ejemplo, un único fotorreceptor en nuestro ojo puede transmitir hasta 270 bits por segundo, acumulando miles de millones de bits por ojo. Sin embargo, nuestro pensamiento consciente se mueve a un ritmo mucho más lento, lo que plantea preguntas sobre cómo hemos sobrevivido y prosperado con tal limitación. Los investigadores argumentan que esto puede estar relacionado con la evolución temprana del cerebro, donde su principal función era guiar la supervivencia básica, como buscar alimentos y evitar depredadores. Esta adaptación antigua parece haber dejado una huella duradera en nuestras capacidades actuales.
La brecha entre la velocidad de procesamiento humano y la tecnología emergente es alarmante. Los ordenadores, robots e inteligencias artificiales pueden manejar cantidades enormes de datos a velocidades inimaginables para nosotros. A medida que estas tecnologías continúan avanzando, surge la pregunta de si nuestras habilidades cognitivas seguirán siendo relevantes. Los autores del estudio señalan que incluso innovaciones como Neuralink, que prometen conectar directamente el cerebro humano a las máquinas, no lograrán aumentar nuestra velocidad cognitiva debido a las limitaciones inherentes de nuestro hardware biológico.
Esta lentitud tiene implicaciones prácticas significativas. Por ejemplo, las infraestructuras actuales, diseñadas para personas que procesan información a 10 bits por segundo, podrían resultar obsoletas cuando se implementen vehículos autónomos y otras tecnologías avanzadas. Los investigadores predicen que eventualmente tendremos que modificar nuestras estructuras físicas para adaptarnos a las nuevas velocidades de procesamiento de las máquinas. Además, destacan que incluso con interfaces cerebro-máquina avanzadas, como las propuestas por Elon Musk, la comunicación seguirá estando limitada por la capacidad de nuestro cerebro para procesar información. En resumen, aunque la tecnología pueda avanzar rápidamente, nuestro cerebro sigue siendo el factor determinante en la velocidad con la que podemos interactuar con el mundo digital.