El análisis de mil cuentas frecuentemente vinculadas a ataques contra medios reveló que la coordinación va más allá del uso de bots programados. Los investigadores identificaron similitudes en los patrones de escritura, horarios y días en los mensajes, lo que indica que muchas publicaciones provienen de granjas de troles. Estas similitudes se replican en distintas plataformas, como X, Facebook y los propios sitios web de los medios. Esto demuestra que el odio no es un acto individual, sino que está guiado por una estrategia.
Además, el estudio encontró que el 56.2% de los mensajes dirigidos a los medios eran variantes de desprecio, insultos o amenazas, y que X era la plataforma con el mayor porcentaje de odio, alcanzando el 61.3%. Esta hostilidad no solo afecta directamente a los medios, sino que también normaliza actitudes intolerantes y hostiles en la sociedad, debilitando los principios democráticos.
Según los investigadores, esos mensajes permiten convertir el odio en parte de la cultura. No necesariamente generan violencia directa, pero fomentan una tolerancia peligrosa hacia la discriminación y la hostilidad. Para lidiar con este problema, los investigadores han creado un monitor en tiempo real que permite analizar el nivel de odio contra los medios, categorizándolo por intensidad y temática.
Los medios deben asumir nuevas responsabilidades en este entorno cambiante. Las reglas del debate público han cambiado, y los medios no pueden seguir actuando como si estuvieran en la era del papel. La solución requiere un esfuerzo colectivo para enfrentar las dinámicas de desinformación y hostilidad con estrategias basadas en la razón y el civismo.
Los investigadores enfatizaron que la respuesta no debe limitarse a crear "contranarrativas", ya que esto perpetúa el enfoque emocional del problema. En cambio, los medios deben promover un debate racional y crítico. La única cultura que puede salvarnos del odio es la racionalidad. El odio no es una posición lógica, sino puramente emotiva, y los medios tienen la capacidad de introducir lógica en el debate público.
En resumen, este estudio subraya el desafío que enfrentan los medios en la era digital. Deben lidiar con campañas de desinformación y hostilidad para mantener su credibilidad y posición social. A través de la racionalidad y el civismo, es posible combatir el odio y promover una sociedad más tolerante y democrática.