Como veremos, los derechos a la expresión y a la información tienen similitudes y coincidencias, aunque su ámbito de protección es distinto. Según el artículo 20 apartado primero de la Constitución Española (CE), el derecho a la libertad de expresión se refiere a la posibilidad de expresar y difundir libremente pensamientos, ideas y opiniones a través de diferentes medios. Mientras que el derecho a la información se centra en la comunicación o recepción de información veraz por cualquier medio de difusión. Estos derechos están íntimamente relacionados pero también diferentes entre sí, como lo ha establecido el Tribunal Constitucional.
En tiempos en los que la desinformación es un problema actual y la internet ofrece amplias posibilidades de difusión, entender estas similitudes y diferencias es esencial. Podemos considerar que el derecho a la libertad de información abarca las comunicaciones a través de diferentes medios, siempre que la información sea veraz y relevante. Por otro lado, el derecho a la libertad de expresión se centra en la difusión de ideas y opiniones, sin la exigencia de la veracidad.
Al ejercitar estos derechos, encontramos sus límites en el respeto a otros derechos fundamentales. Por ejemplo, colisionan con los derechos al honor, la intimidad y la imagen de terceras personas, así como con los derechos de propiedad intelectual. En el caso de la libertad de información, las informaciones deben ser veraces y contrastadas. Solo las informaciones que contribuyen al debate público o al conocimiento colectivo están protegidas. Las cuestiones privadas no deben ser difundidas sin permiso.
En cuanto a la libertad de expresión, las críticas o comunicaciones "duras" están permitidas siempre y cuando no busquen humillar a personas. Un discurso ofensivo puede ser un atentado a los derechos al honor. Además, las opiniones subjetivas deben respetar los derechos de terceros. El ejercicio de estos derechos implica una responsabilidad individual y colectiva, ya que afectan a los derechos y libertades de las demás personas.
En resumen, las libertades de expresión y de información son esenciales en una sociedad democrática, pero también tienen límites. Comprender estas limitaciones y cómo interactúan es crucial para una correcta difusión de información y la emisión de opiniones.