Durante este proceso, muy pocos ciudadanos se han hecho presentes en los momentos decisivos, lo que ha dado lugar a una situación de escasa participación política. México ha entrado en una etapa difícil, abierta a las presiones externas.
Trump, por otro lado, se ha posicionado como el mandamás del T-MEC. A través de sus redes sociales, ha puesto en jaque a sus socios comerciales, generando alarmas en Canadá y México.
El Plan C obradorista ha rompido diversos requisitos del T-MEC, y el maquillaje que se le ha dado a sus medidas centralistas no ha sido convincente para Canadá ni para Estados Unidos. México se ve como el rival más débil, y sus pecados son puestos de manifiesto en las negociaciones.
Canadá alega que los problemas mexicanos con migración y drogas son enormes. Justin Trudeau se ha sumado a los reclamos contra México, destacando que el 99.8 por ciento del fentanilo incautado por las autoridades estadounidenses proviene de México.
Trump se apodera de la escena, imponiendo condiciones y mostrándose ante sus seguidores. Canadá se rindió, y las elecciones en ese país están a la vuelta de la esquina.
El futuro de México está en juego, y se verá cómo se manejan estas situaciones internacionales y cómo se afecta al país en el corto y mediano plazo.